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¿Han oído hablar del rubicon?
En la pedagogía Waldorf así se le llama a la etapa de los 9 años aproximadamente en donde los niños empiezan a ver que el mundo no es perfecto, sus papas no son súper-héroes, hay injusticias y maldad en el mundo y que ellos no son lo mismo que su mamá y papá.
Es una etapa en donde los niños viven mucho dolor y se sienten muy solos.
L cumplió 9 hace un par de meses, y hoy tuvimos nuestro primer “breakdown”. Lloro, grito, pataleo, sollozo… igualito a un berrinche de niño de 2 años con pulmón de 9. Gracias a que conozco la teoría del rubicon logre no explotar, estar ahí con ella, no explotar, acompañarla, no explotar, sólo escuchar sin decir nada, no explotar, recibir lo que ella necesitaba sacar, no explotar y verla sin juicio.
Después de un rato que sentí eterno, sucedió algo mágico. Salieron de ella frases como:
¡Quiero regresar a como era antes!
¡Tú no sientes lo que yo estoy sintiendo!
¡A nadie le pasa como a mí!
¡ES QUE MI VIDA ES IMPERFECTA!
¡Qué aprendizajes tan importantes y necesarios! Y sólo se pueden aprender si están listos para hacerlo y sólo a través de vivirlo; lo necesitan sentir, vivir, entender para llegar a poderle poner palabras.
Aparte, esas frases son la definición de rubicón. Siempre me sorprende y me dan burbujas en la panza de emoción cuando las supuesta teoría queda demostrada en la vida diaria, cuando las características que nombran los libros de alguna etapa de desarrollo de mis hijos (o cualquier niño) se muestran tan claramente. (Creo que es mi “guilty pleasure”).
Luego L me pidió un abrazo y se sentó en mis piernas convirtiéndose nuevamente una chiquitina necesitando a su mamá. – Ufff, esos momentos de reconexión son de las cosas que más nos llenan el corazón. Un momento de completa vulnerabilidad, de entrega, de unión, en donde nos abrazamos desde lo más profundo de nuestra alma –.
Así que bienvenido Rubicon. Ya tuve una probada de lo difícil que serán los meses que vienen, de la magia que puede suceder y de la gran recompensa que podemos llegar a tener si la logramos cruzar con el cariño que se requiere, la compasión, la paciencia y la fortaleza.