Mamá Respira

Hoy soy «Mamá con culpa»

photo by: @juansancheznfoto

Pensé seriamente en cambiar el nombre de mi blog de “mamá respira” a “mamá con culpa”. Definitivamente en estos momentos me identifico más con ese nombre.

 ¿Pero a qué mamá no le pasa?

La culpa es algo 100% de mamás, la vives sola, por lo menos así lo he vivido yo. Nunca he oído que J, mi señor esposo, se sienta culpable por las enfermedades de sus hijos, o de que se le olvidó ir al super, o por tener la cabeza en otro lado mientras su hijo vomita por 6ta vez porque desearía estar haciendo algo “más productivo”, o cuándo está “siendo productivo” y se entera que uno de sus hijos está enfermo, se sienta culpable por no estar en la casa.

Para las mamás: ¡No hay escapatoria!

 Aunque la realidad es que la culpa “distrae” del miedo… Hoy, yo tuve miedo.

Jp mi hijo lleva 9 días enfermo con fiebres. En los últimos 2 meses ha sido diagnosticado con influenza dos veces, y en la última de diciembre le fue (nos fue porque todos caímos) fatal.

La semana pasada que empezó con fiebre que no pasaba de 38.5-39, (había llegado a 40-41 anteriormente), más el antecedente de que ya había tenido influenza 2 veces, más que 2 de su salón también estaban enfermos de “un virus”, más que se veía diferente a la vez pasada, más muchas cosas más, nunca pensé que le podía dar una tercera vez influenza, ni prueba le hicimos.

Después de 7 días de fiebre, – porque claro que me fui de puente, según yo, el clima caliente y el aire limpio lo iban a curar -, hicimos la prueba junto con muchos otros estudios a ver qué demonios tenía y… ¡Nuevamente influenza!

¿Really? Una vez es mala onda. Dos una broma. ¿¿¿Pero tres???

Vamos en el día 10 y JP se sigue sintiendo fatal. ¿Cómo no lo vi antes? ¿Porqué me fui de puente? ¿En qué momento un virusillo acabó siendo 10 días de no comer, de dormir 20 hrs al día, de baños en la madrugada por la fiebre y de angustia total?

La culpa camuflajea al miedo. La culpa se siente “menos feo” que el miedo. La culpa “la controlas”, es inventada por tu pensamiento. El miedo te inunda, te ahorca, te sobrepasa, te domina.

Y luego empiezas a alimentar la culpa con “él hubiera”. ¿Y si lo hubiera llevado antes al doctor? ¿Y si no le hubiera hecho caso a este otro? ¿Y si no me hubiera confiado?

Hice un esfuerzo de detener la culpa, y entonces aumentó el miedo, las ganas de llorar, la sensación de tener mi juicio totalmente nublado: ¿Es hora de regresar al hospital? ¿O mejor que duerma aquí? ¿O mejor que duerma allá? ¿Lo despierto? ¿Lo dejo dormir? ¿Esta respirando?

Día 10

Gracias a Dios hoy JP amaneció mejor. ¡¡¡Fffiiiuuufff!!! Creo que Dios se compadeció de mí y sabía que si esto duraba un día más me iba a perder en la locura.

Mientras veo a JP caminar por toda la casa, pedir algo de comer y poner música a todo volumen… Respiro, y doy gracias.

Después de todo, las decisiones que tomé, las tomé con la información que tenía en ese momento. ¡Hay tantas cosas que están fuera de nuestro control, de nuestro conocimiento, de nuestras manos!

La culpa, mantiene al miedo “a raya”. Pero el sentimiento real es el miedo. El miedo a saber que nosotros no tenemos el control. Repito: ¡NO TENEMOS EL CONTRÓL! ¡Que daríamos las mamás por poder controlar la salud de nuestros hijos, su bienestar, su felicidad, su seguridad!

Con ser mamá, también viene la seguridad de que hacemos nuestro mejor esfuerzo. Yo no conozco a ninguna mamá que no haga su mayor esfuerzo TODO el tiempo. Si estamos sentadas en el sillón mientras los niños nos brincan encima, es porque estamos agotadas. Si no regañamos cuándo avientan la comida es porque estamos superadas. 

Así que ¡no nos juzguen! Y mas importante: ¡no nos juzguemos! Sólo nos queda hacer las cosas lo mejor que podamos con lo que tenemos en ese momento… Respirar, y confiar.

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